Lo imposible ha ocurrido. Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, uno de los mayores narcotraficantes del planeta, se ha fugado. El líder del cártel de Sinaloa, de 58 años, se escapó a las nueve de la noche del sábado del penal de máxima seguridad de El Altiplano por un túnel de 1.500 metros. Un pasadizo, iluminado y ventilado, por el que se ha venido abajo el orgullo de las fuerzas de seguridad mexicanas. La magnitud de la obra, que tenía hasta rieles para sacar escombros; la peligrosidad del reo, que sólo necesitó ir a la ducha para desaparecer, y la impunidad que revela todo el increíble plan de huida sitúan al Gobierno mexicano ante el más grave de los retos y ponen en duda su capacidad para hacer frente a su enemigo público número uno. Su captura hace un año, considerada como un éxito sin precedentes en la lucha contra el narco, se enfrenta ahora a su reverso. Y lo que es peor, a la imparable sospecha de que recibió ayuda desde el interior del presidio. Todo el personal de la prisión, hasta ahora la más segura de México, ha sido retenido y 18 funcionarios están siendo interrogados en la capital. Leer Mas.
*-DIOS ES EL QUE SABE-*
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