Ella dijo que se llama Maritza Peguero y llegó ayer a esta ciudad con mucho entusiasmo para pedirle a la Virgen de La Altagracia que la proteja para que las autoridades dominicanas no la deporten a su tierra natal, Haití.
Dijo que para ella no hay mejor premio que juntarse de nuevo con sus tres hijos en su país de origen, de donde tuvo que salir huyendo despavorida a buscar nuevos horizontes en la República Dominicana para no morirse de hambre junto a sus vástagos, dos de los cuales viven aún y están en la nación haitiana.
Ayer, al caer la noche, el nuncio apostólico, Jozef Wesolowski, ofició una misa en la parte frontal de la basílica de aquí, en la que pidió a la Virgen que ayude al pueblo haitiano a salir de la situación en la que se encuentra, luego del terremoto del pasado 12 de enero del año 2010.
También le pidió a la Virgen María que le dé sabiduría y fortaleza a las autoridades y al gobierno dominicano para que puedan gobernar con equidad y justicia.
En la liturgia la presencia haitiana fue notoria, y en su mayoría las mujeres llevaban puestas ropas de harapos, estaban descalzas, aferradas a la imagen de la Virgen y con un velón encendido rezaban en creole mirando al cielo, confiadas en que sus peticiones serán escuchadas.
Y es que desde las primeras horas del día de ayer se incrementó la llegada de procesiones de personas de todos los rincones del país, y mientras unos esperaban que se hiciera realidad una promesa, otros sólo querían dar las gracias a “Doña Tatica” por el favor que les hizo.
Ese es el caso del joven Rodolfo Pérez, quien llegó desde la provincia Barahona en compañía de cinco de sus familiares, tan solo a darle un beso a la imagen de la Virgen de La Altagracia, mientras María Núñez asistirá a todas las misas de la mañana de hoy en agradecimiento a la Virgen porque le devolvió la memoria. Empero doña Gregoria Altagracia llegó metida en un traje de saco plástico con mangas de tela a pedirle a la Virgen que ponga el orden en su casa con su esposo y le devuelva la visión del ojo izquierdo que la perdió.
A ella no le importó estar vestida con un traje hecho de desechos, porque según dijo, el sacrificio que hace es mejor que el favor que va a recibir.
Con ropas similares llegó a la parte frontal de la basílica con sus pies descalzos, el sargento de la Marina de Guerra, Robert del Valle, quien sólo esperaba que la Virgen recibiera las gracias por haberle salvado la vida tras un accidente que tuvo cuando se le escapó un tiro de su arma de reglamento y por poco pierde la vida.
Sin embargo, más de un centenar de personas aprovecha las festividades del día de la Virgen de La Altagracia para colocarse en lugares estratégicos a pedir limosnas.
*-DIOS ES EL QUE SABE-*
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